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lunes, 19 de octubre de 2009

Don Siegel's "Invasion of the Body Snatchers" (1956)

“Invasion of the Body Snatchers” y “Dirty Harry” son quizás las películas más influyentes realizadas por Don Siegel. Durante toda su carrera, condenado a la realización de películas de bajísimo presupuesto, supo ofrecer producciones influyentes que en el caso de “Invasion…” es hoy en día un clásico indiscutible, ya con tres remakes en su haber, figurando en toda lista de las mejores películas de Sci-Fi de todos los tiempos y que ha ingresado en 2008 al “National Film Registry” de la Librería del Congreso de los Estados Unidos , que elige año a año, producciones representativas por su “significancia histórica, estética y cultural”.

Basada en la novela de Jack Finney “The Body Snatchers”, trata sobre la supuesta invasión de unas semillas alienígenas capaces de duplicar a cualquier ser humano. Ubicada en la ficticia comunidad de Santa Mira, sus habitantes son reemplazados uno a uno por estos dobles idénticos que se ven iguales a su original, se comportan de la misma manera, con sus mismos recuerdos, pero, con una pequeña diferencia: algo no es normal en su mirada… especie alienígena basada únicamente en la supervivencia, carecen de las emociones y sentimientos humanos de las personas que reemplazan.

A excepción de las estéticamente cuestionables semillas alienígenas, esta película de ciencia ficción carece de cualquier efecto especial. Sus reglas de juego se basan en el supuesto de que la gente normal con las que todos los días convivimos y que conocemos de toda la vida, puedan ser impostadas por una figura foránea con su propia agenda. Su mejor logro, el suspenso provocado por este supuesto que plantea la imposibilidad de confiar en cualquier otro individuo y la potencial conspiración siempre presente.

En su día, con su estreno, la película supuso una metáfora a la invasión ideológica comunista en el corazón de los Estados Unidos en plena paranoia del Macartismo. Recuerdo de la persecución ideológica que suponía la imposibilidad de confianza entre individuos y la latente y constante posible conspiración. Más allá de que sus propios realizadores negaron cualquier posible analogía política a una película, que según ellos mismos afirman, buscaba únicamente contar una historia de ciencia ficción sin ningún mensaje entre líneas, el ejercicio del suspenso que el filme logra es más que interesante.

Ubicado en la ya citada población rural de Santa Mira, pequeño pueblo costumbrista de los Estados Unidos, las sospechas iniciales sobre algún individuo de la población empiezan a multiplicarse exponencialmente hasta llegar a creer que todos los habitantes forman parte de esta conspiración secreta de reemplazar todos y cada uno de los individuos por su doble alienígena. El objetivo de esta conspiración: la mera supervivencia. Sospechas fundadas únicamente en la forma de mirar o sentimientos inexplicables con palabras, distintos individuos de la comunidad empiezan a dudar de sus familiares más cercanos. Finalmente, en una escena magistral de un sábado como cualquier otro en la comunidad, se termina por demostrar la conspiración de toda la población funcionando sincronizadamente en una reunión de organización y distribución de las semillas sobre todos los pueblos allegados a Santa Mira. Viendo esta escena es imposible no recordar todas sus futuras influencias en “The Truman Show” (1998) con toda una ciudad coordinada en función de un individuo o en “The Matrix” (1999) con una representación controlada de toda una civilización.

Mas allá de las reales intenciones de sus realizadores, el suspenso creado por la película trasciende su argumento. Su ejercicio de la desconfianza conspiratoria es brillante.

Al menos a este humilde servidor, le hizo pensar en que todos nosotros, humanos civilizados que nos conocemos de toda la vida, haciendo nuestra vida día a día, conviviendo con nuestros amigos, familiares, conocidos, compañeros de trabajo, etc., tenemos la potencial doble personalidad de ser alienígenas, con nuestra propia agenda basada únicamente en la supervivencia de nuestras ideologías más radicales. Si no lo creen así, discutan de política con alguien y díganme si después de tres horas de inútil disertación no terminan por concluir que la única posibilidad que queda para explicar la discusión que ha tenido lugar, es que estamos rodeados de alienígenas.

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