Este blog no incluirá expresiones como "yo creo", "yo opino", "me parece que" ni nada de eso. Tengo razón hasta que alguien me demuestre lo contrario, para lo cual están todos formalmente invitados a postear comentarios.
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sábado, 28 de noviembre de 2009
Luis Buñuel's "Le fantôme de la liberté" (1974)
lunes, 9 de noviembre de 2009
Luis Buñuel's "El Angel Exterminador" (1962)
Introducción, Nudo, Desenlace. Así fuimos enseñados y en lo mas profundo de nuestra tolerancia, seguimos queriendo simplificar la realidad a eso: Introducción, Nudo, Desenlace. Y aquí hace su entrada Luis Buñuel, complicándolo todo. "El Ángel Exterminador" es la exploración y explotación del absurdo. Ya una de las primeras escenas pareciera que cumple con ser una advertencia a lo que esta por venir: los comensales de una cena de la alta sociedad llegan a la recepción, suben las escaleras para dejar sus abrigos, inmediatamente después, vuelven a llegar y nuevamente son invitados a subir las escaleras para dejar sus abrigos. ¿Explicación a esta repetición? Ninguna. Como el mismo Buñuel comentara, "Si el filme que van a ver les parece enigmático e incoherente, también la vida lo es. Es repetitivo como la vida y, como la vida, sujeto a múltiples interpretaciones. El autor declara no haber querido jugar con los símbolos, al menos conscientemente. Quizá la explicación de El Ángel Exterminador sea que, racionalmente, no hay ninguna".
Haciendo de la sinopsis una obligación lo mas breve posible, participamos de una cena de la alta sociedad que, instantes antes de que lleguen los invitados, todos los sirvientes del lugar abandonan su trabajo sin previa explicación, dejando únicamente al mayordomo a cargo de todo. La cena, exceptuando repeticiones como la comentada anteriormente, evoluciona sin mayores dificultades. Los comensales cotillean, se burlan unos de otros, y muestran todas las pequeñas miserias a la que nuestra vida cotidiana nos tiene por demás acostumbrados. Luego, finalizada una sonata tocada por una de las invitadas, inexplicablemente ninguno abandona el lugar, improvisando cada uno de ellos un lugar para dormir. A la mañana siguiente, al no poder explicar el comportamiento del día anterior, llegan a la conclusión de que no pueden abandonar el salón en el que se encuentran. Existe una línea invisible que los separa de la libertad, de ahora en mas, la suerte de todos esta condenada a ese salón, los integrantes del improvisado grupo pasan a ser náufragos en esa habitación que los retiene, de la que nadie puede salir y a la que nadie puede entrar.
Los días pasan y el comportamiento de los comensales se vuelve cada vez mas precario y barbárico. Unas cabras que querían ser utilizadas para una broma en la cena finalmente entran al salón, son sacrificadas, asadas y posteriormente devoradas por los comensales de etiqueta. Los modales cada vez son menos cuidados, tenemos riñas, lujuria, mentira, hurto y hasta intento de asesinato. Cuanto mas extrema se vuelve la situación, mas extremo se vuelve el comportamiento de sus participantes, hasta reducirlos a la precariedad absoluta y la barbarie.
Imagino la total y absoluta fascinación que puede haber provocado este filme en las mentes ávidas de interpretaciones socio-políticas, y seguro las habrá, innumerables. En mi caso, prefiero ver el "El Ángel Exterminador" como un experimento de laboratorio de Luis Buñuel. Pensemos en introducir una docena y media de integrantes de nuestra entrañable sociedad en una habitación, luego, cuidadosamente y de manera imperceptible, ponemos un vidrio, cual pecera, cerrando la única salida que tienen disponible, pero ellos, al igual que una mosca golpeándose insistentemente contra un cristal, no saben lo que ese cristal significa, solo experimentan la imposibilidad de salir.
No hemos cambiado el entorno de nuestros invitados, siguen siendo los mismos que se han reunido a cenar amistosamente, en la misma casa, únicamente hemos confinado su espacio. Al limitarlo, toda acción que cada uno de ellos realice afectara directamente al resto de los integrantes del grupo, todo lo que alguien tome, será quitado a otro, no habrá privacidad, todo estará a la vista de todos: cada mentira, burla, cotilleo y traición será vista por todos y compartida con todos.
Todo esta listo, el espacio experimental preparado, los sujetos a analizar en sus posiciones, no tenemos mas que dejar pasar el tiempo, día a día, y asistir al espectáculo de la decadencia de la condición humana. En este caso, por 90 minutos, sin tener que salir de nuestras casas.
domingo, 8 de noviembre de 2009
George A. Romero's "Night of the Living Dead" (1968)
lunes, 2 de noviembre de 2009
John Carpenter´s "Halloween" (1978)
Primer película del cine de Slayer, tiene su abuela en Alfred Hitchcock´s “Psycho” (1960) y su madre en Tobe Hooper´s “The Texas Chain Saw Massacre” (1974). Brillantemente dirigida por John Carpenter, cada uno de los elementos del filme, años más tarde, se han convertido en el decálogo de todo un subgénero que, por más de 20 años, nadie se ha atrevido a salir de sus enseñanzas.
Todo empieza con una pareja de adolescentes remoloneando en el sillón del living de su casa. Vemos la escena desde los ojos de alguien absorto en la situación. La pareja sube a su habitación, los seguimos, lentamente, desde el exterior de la casa, ventana a ventana. Conocemos la casa, entramos por la puerta trasera. En la cocina tomamos un cuchillo, lo miramos detenidamente y consideramos que es lo suficientemente grande. Vemos salir al novio de la chica, que aun está en su habitación. Esperamos. Subimos las escaleras, peldaño a peldaño, sin ansiedad ni apuro. Nos topamos con una máscara en el piso, decidimos usarla, vemos únicamente a través del hueco de sus ojos, pero es suficiente. Pasamos a la habitación de la chica que esta desnuda y absorta en sus pensamientos. Nos escucha, se voltea, nos ve, nos reconoce, grita… Escuchamos la hoja del cuchillo clavándose una y otra vez en su pecho, miramos su rostro desencajado de dolor, miramos la hoja de la cuchilla completamente ensangrentada, vemos el mecánico ejercicio de la hoja clavándose una y otra vez en el pecho de la chica que nos ha reconocido. Sin vida, vemos su cuerpo caer al piso. Salimos de la casa.
Nuestros padres, horrorizados, nos ven salir, nos llamamos Michael Myers, tenemos 6 años y acabamos de apuñalar a nuestra hermana mayor.
Esta secuencia es un brillante ejemplo de cómo la conjunción de una idea renovadora, un argumento original y la brillantez técnica de un director que tuvo la lucidez de hacernos cómplices del propio asesino, de participar de su experiencia, en una secuencia sin cortes de cinco minutos, crean algo que es imborrable, que desde el momento en que lo vemos, pasa a formar parte de nuestra imaginería: el cuchillo de Norman Bates cayendo una y otra vez sobre su víctima en la bañera de “Psycho”; Alien en todas sus etapas evolutivas: el huevo, el embrión estallando el pecho de su anfitrión, el Alien adulto superviviente perfecto; la aleta de Tiburón, asediando una tranquila playa turística, y los increíbles Zombies de George A. Romero: desgarrando y devorando la carne de sus víctimas, la niña zombie comiéndose a su propio padre y matando a su madre clavándole incansablemente una espátula una y otra vez en el pecho.
De una manera o de otra, todos hemos visto “Halloween”. Es incalculable la cantidad de películas que inspiró: sea copias baratas, realizaciones Clase B, grandes producciones de Hollywood, cine de otras nacionalidades, sátiras, comedias, y un incansable etcétera que sigue creciendo día a día. A hoy, reseñar la película no tendría ningún sentido: hablar de un corpulento asesino de adolescentes promiscuas en la noche de Halloween, enmascarado, armado con un cuchillo desproporcionadamente grande, de pocas palabras y respiración pesada, es una obviedad que no despertaría el interés de nadie.
Pero el interés está en pensar que una película, una idea, realizada con un presupuesto mínimo por un realizador novato, supo abrirse camino de la manera que lo hizo en nuestra cultura contemporánea y ser parte de las leyendas urbanas de cualquier nacionalidad, siendo un éxito de taquilla internacional, desde su estreno, hasta el día de hoy, en la forma de secuelas e interminables variantes y repeticiones. Destacando además que no solo su original idea fue lo que hizo inmortal esta película, sino que John Carpenter supo realizar un filme impecable, recurriendo a la mínima expresión de Gore, con una violencia perfectamente utilizada, sin derramar una gota de sangre más de la necesaria, con un suspenso agotador, constante, absorbente, utilizando brillantemente los fondos, mostrándonos lo que los protagonistas no pueden ver, haciéndonos cómplices del asesino, y en muchos casos, obligándonos a compartir su punto de vista.
Por una hora y media de proyección, Carpenter juega con nosotros: por momentos somos Michael Myers, nos interesamos por sus víctimas al igual que él y esperamos a su lado, luego pasamos a ser sus cómplices, compartiendo el asiento de su auto mientras lentamente seguimos a nuestra próxima presa, y en otros casos asistimos a la suerte de alguna de sus víctimas sin poder hacer más que ver lo que ellas no pueden ver, queriendo avisarles que detrás de ellos esta el asesino esperando plácidamente detrás del portal.