Este blog no incluirá expresiones como "yo creo", "yo opino", "me parece que" ni nada de eso. Tengo razón hasta que alguien me demuestre lo contrario, para lo cual están todos formalmente invitados a postear comentarios.

domingo, 23 de mayo de 2010

Luis Buñuel's "Belle de Jour" (1967)

Hablar de “Belle de Jour”, al igual que de cualquier otra pelicula de éste director, es hablar de Luis Buñuel. Como todo gran realizador, cada una de sus películas lleva su firma, su personalidad esta impregnada en todas éllas, tanto en el análisis de la pelicula como un todo, así como en cada uno de sus más pequeños detalles. Quien no conozca al realizador, en el sentido de estar familiarizado con su cine, podrá disfrutar de sus peliculas, pero perderá muchos de sus detalles. La obra de Buñuel, repito, al igual que cualquier otro gran realizador, debe verse como un todo. Sus peliculas son la consecución de una unica linea de pensamiento y su análisis, el de un autor dedicado a retratar la condición humana.

Desde la óptica de Buñuel, la sociedad humana está cimentada sobre aspectos contrapuestos de un individuo. Su mundo exterior, basado en las convenciones sociales y la sociedad respetable, y su mundo interior, basado en la voracidad egoista y el fetichismo del deseo. Un deseo, no sólo erótico, sino tambien economico y de aceptación social.

La condicion humana vista desde sus ojos, no es sólo algo denunciable, sino además, inevitable e incansablemente gracioso. Su humor es perverso, su visión, satírica: la de un cinico que toma el humor (en muchos casos desmesurado) como parte de la denuncia.

Además, su participación, no es sólo la de un espectador al margen, dedicado a la denuncia, sino la de un individuo más, que comparte las mismas contradicciones y es víctima y victimario de esa condicion humana que denuncia. Su critica, es la de alguien que conoce su denuncia, por considerarse un denunciado mas. Su sinceridad, con el paso de los años, es la de alguien que no sólo se ríe de las miserias ajenas, sino también de las suyas propias.

Sus fetiches y su surrealismo, que se hizo internacionalmente famoso con su primer producción "Un Perro Andaluz" (1929), en colaboración con Salvador Dalí, no son la definición de su cine, sino únicamente parte de sus recursos. A medida que nos familiarizamos más con su cine, estos recursos pasan a segundo plano, y como debe ser, sus fetiches y contrapuntos surrealistas, son unicamente el medio de comunicación para transmitir el contenido de su denuncia. Analizar su cine sólo por el reconocimiento aquí y allí de patrones comunes de símbolos es insuficiente, y comúnmente esta dedicado a espectadores que a priori tienen un conocimiento particular que les da una condición, que se supone, por sobre la del espectador que no cuenta con él. Aunque academicamente se pueda establecer la cantidad de secuencias que el cine de Buñuel tiene dedicadas a primerísimos planos de zapatos, y nos digan una y otra vez la anécdota, que su fetichismo se debe a que "cuando era pequeño paso una tarde en el ropero de su madre, que nos ha obligado a compartirlo con él, por el resto de su vida", su cine no necesita de este conocimiento a priori, al contrario, evitarlo nos permite mantener una visión general de su análisis que es lo que realmente identifica su producción como una obra de autor única.

Por ejemplificar, aunque la secuencia de Brian De Palma’s “The Untouchables” (1987) con el tiroteo en la estación de tren, mientras un cochecito con un bebe cae por los escalones saturados de gangsters y policías encubiertos, es una secuencia brillante, pero su valor para el espectador medio que no vió Sergei Eisenstein’s “El Acorazado Potemkin” (1925), obra con ya 85 años de edad, es relativo. Este guiño es para el espectador que ya tiene este conocimiento a priori, su analisis, en consecuencia, sera para específicamente el publico "culto" interesado o de caracter académico.

“Belle de Jour” trata sobre Séverine, una mujer de 23 años de edad, casada con un médico acomodado de la alta sociedad, que ya desde la primer secuencia de la pelicula nos presenta sus fantasias inconfesables e insatisfechas.

La secuencia onírica nos presenta como esta mujer durante un apacible viaje en carruaje con su esposo, es obligada a salir por la fuerza y llevada a rastras al medio de un bosque donde la desnudan y atan a un árbol. Luego, los cocheros son obligados por su esposo a castigarla a latigazos para luego ser violada por uno de ellos. Pero la última imagen nos muestra su rostro, y no vemos aflicción en él... Su boca esboza una sonrisa, perfectamente perceptible, aunque en nuestros días, donde la desatención generalizada del espectador, hace que estos detalles puedan omitirse.

Sobre estas bases, luego se nos presenta a Séverine, sexualmente reprimida e insatisfecha, junto a su esposo: conciliador, dócil y dispuesto a aceptar esta situación de distancia emocional y sexual con su pareja, dándole el espacio que ella necesite, con la fé de que algún día podran superar esta dificultad juntos.

Las fantasias de la protagonistas vuelven una y otra vez, en secuencias oníricas que siempre hablan de su caracter sadomasoquista y el contrapunto entre su vida sexual real absolutamente inactiva y su vida sexual interior, desbocada y, aunque estas épocas no nos dejan decirlo, perversa y pervertida.

Una secuencia de su infancia nos deja traslucir posiblemente un abuso paterno que no podemos considerar ni real ni onírico, algo a lo que Buñuel nos tiene acostumbrados. Muchas veces, sus símbolos no son enmarcables o explicables, sólo nos ofrecen una perspectiva, un tono.

Si el abuso existió o no, es cuestionable e imposible de ratificar, pero el tono de su vida sexual interior esta basado en cicatrices de un pasado que no somos invitados a conocer. Como todo ser humano, su interior es inconfesable, remoto y distorcionado por un pasado recordado selectivamente (para mal o para bien), como diría el protagonista de Coen’s “Miller's Crossing”: "Nobody knows anybody, not that much".

Luego, durante un cotilleo casual, para la protagonista surge un tema que ocupa toda su atención: la prostitucion de una de sus conocidas, de su mismo entorno, clase y estructura social. No lo entiende, no puede creerlo, pero no puede dejar de pensar en ello. Al hablar este tema con un conocido, Henri, pareja de una de sus amigas, este personaje peculiar le da la dirección de un burdel. Y aquí hago un impas para hablar de este personaje.

Si alguna vez un personaje puede representar la personalidad, aunque parcial, de Luis Buñuel, creo que corresponde a este caracter. Su cinísmo, y postura alarmantemente incorrecta para con las convenciones sociales, lo hace siempre un personaje relacionado al resto por el contrapunto de pertenecer a una estructura social pero no aceptarla por definición. En todos los casos, cumple la funcion de enfrentar al resto de los protagonistas con su realidad interior, aunque dudosamente altruista: a cada yo exterior le da la pauta inicial de realización de su yo interior, y luego disfruta del espectáculo. Su altruismo es cuestionable, sus medios, más aún, pero su compromiso parece no estar solo relacionado a su voyeurismo y satisfacción por minar las convenciones socialmente aceptadas del resto, hay algo más, y aunque sus acciones sean cuestionables, pareciera regirse por un código moral personal que cumple lapidariamente.

Finalmente, una sucesión de eventos trágicos llevan a la consecución de la película, tragedia brutal salpicada con el característico humor negro de Buñuel, que hace de sus personajes víctimas brutales de su cinismo, aunque, dudosamente se pueda considerar que sus espectadores sean tambien sus víctimas. En tal caso, al igual que con Henri, el personaje antes citado, sus medios son cuestionables, pero su código moral, aunque lapidario, reflexiona sobre algo que definitivamente esta mal en la condición humana.

La secuencia final nos presenta la última de las fantasias de Séverine, el sonido de la campana del carruaje del principio, repetida insistentemente en toda la película, nos brinda una nueva secuencia onirica sobre sus fantasias, esta vez, significativamente diferente a las anteriores. Si sus arrebatos interiores (y exteriores) de satisfacer su deseo erótico fueron el leit motiv de toda la película, aquí se nos presenta una nueva imagen de su deseo, esta vez, sobre un pasado que ya no podra volver a existir. Y es aqui donde todo se transfigura, donde, tras el estallido de los deseos interiores e inconfesables llevados al campo de batalla de la experimentación dejaron cicatrices imposibles de curar, donde los deseos de Séverine vuelven a ser lo que siempre fueron, el anhelo de algo que no estaba a su alcance, el deseo de querer algo por el sólo hecho de no tenerlo, y en este caso, por el sólo hecho de haberlo perdido.


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