
Ejemplos indiscutibles podrían ser Steven Spielberg's "Jaws" (1975), "Indiana Jones and the Raiders of the Lost Ark" (1981), "E.T." (1982), Ridley Scott's "Alien" (1979), Don Siegel's "Dirty Harry" (1971), George Lucas "Star Wars" (1977) y un interminable etcétera que tiene en común una década de experimentación basada en la exploración de una idea o concepto con alta calidad de realización a bajo presupuesto y grandes éxitos de taquilla.
En general, estos subgéneros tuvieron su origen en una película única e irrepetible que les dió vida, para luego dejarnos con una descendencia de lamentables e innumerables hijos bobos: secuelas repetidas hasta el hartazgo, copiando el modus operandi de su precursora, garantizando una falta total de creatividad y originalidad, dándonos un cine iterativo y estúpido, y por supuesto, con importantes recaudaciones de taquilla.
"The Texas Chain Saw Massacre" es otro ejemplo indiscutible de esta idea. Sus 84 minutos de proyección son el principio del cine de "slayer" o: asesino corpulento de pocas palabras y mucha mala hostia que con elemento contundente, preferentemente filoso, extermina de la forma más sangrienta posible a su conjunto de victimas N-1, siendo 1 comúnmente la adolescente de curvas pronunciadas, preferentemente rubia, que es capaz de escapar una y otra vez de su perseguidor a fuerza de gritos y planos en contrapicado de su mini-short.
Otro merito que esta película tiene es su realización, con un presupuesto de solo USD 140.000 y un tiempo de rodaje de 4 semanas, es la máxima expresión de cómo lograr tanto con tan poco. Su director supo aprovechar con tanta maestría su limitado presupuesto, para lograr un tono único y aun hoy vigente, que luego de revisar toda la filmografía de este realizador, podemos caer en la única hipótesis que se ha debido a la pura y absoluta CASUALIDAD.
Más allá del análisis como precursora del genero, su acotado presupuesto y su excelente realización, esta película tiene un merito que, considero, va por delante de los anteriores, y aunque claramente se deba a su realizador, creo que también la casualidad y una serie de eventos afortunados supieron darle a esta película el tono adecuado que la hace única. Por ejemplificar, y obviamente sin comparar, Michael Curtiz "Casablanca" (1942) tuvo el beneficio de la casualidad para ser la gran película que es y, quizás, sin todas sus desafortunadas circunstancias de filmación, no hubiera sido más que otro de los innumerables romances de Hollywood.
El mérito que veo en esta película es que, como filme de terror, supo tener un inmejorable tono de pesadilla. En sí, creo que nuestro primer contacto con el cine de terror son nuestros propios sueños, al fin y al cabo, cada uno de nosotros es el mejor realizador posible para nuestras mejores (o peores) pesadillas.
Así, de principio a fin, se nos presenta un guión inconexo, en que únicamente el suspenso por si mismo conecta una secuencia con otra. Cinco adolescentes emprenden un viaje de fin de semana, sin más razón aparente que dos parejas viajando en furgoneta acompañadas de un minusválido. El grupo se nos presenta con una escena del minusválido descendiendo a orinar en el medio de la carretera, que luego de inexplicable situación, cae colina abajo ¿? Acto seguido y luego de pasar por un matadero nauseabundo, suben a la furgoneta a un hombre que estaba haciendo dedo en la carretera. Plano seguido vemos al viajero maltrecho, salido de un cuadro de Hieronymus Bosch, que roba la navaja del minusválido, se corta la palma de la mano, enseña a nuestros atónitos adolescentes una navaja que tenía guardada, le saca una foto al minusválido, al que se la quiere vender por dos dólares, quema la fotografía en ritual vudú, saca su navaja, corta el brazo del minusválido y es echado de la furgoneta para finalmente dejar unas escrituras con su propia sangre en el costado de la camioneta y danzar de manera espástica. Resumiendo, la película es una inconexión de eventos, ligados únicamente por el evento inmediato anterior.
Esta inconexión, que tiene un inicio abrupto y un final tajante, son todo lo que una pesadilla suele tener de argumental y no por eso nos es menos agobiante o eficaz. Así, como pareciera que una pesadilla no tiene más objetivo que provocarnos angustia, esta película no tiene más objetivo que llevarnos directamente a una masacre en Texas, motosierra mediante.
Como en otras películas de esta época, el bajo presupuesto y la falta de efectos digitales requería de una buena dosis de imaginación, que Hooper logra con un suspenso destacable sostenido en todo el filme, una fotografía impecable y una banda sonora agobiante. Las interpretaciones, aunque cuestionables en algunos casos, son todo lo que la película necesita, no hay argumento, hasta no hay casi correlación geográfica entre los lugares visitados, se suceden una y otra vez los mismos lugares, de manera circular, sin coherencia entre las distancias y sin propósito, nos daría la sensación de que estamos en un pueblo en el que lo único que existe es un grupo de adolescentes escapando de una familia de caníbales.
Al igual que ellos, y al igual que en nuestros sueños, no podemos salir de esa iteración dedicada únicamente a provocarnos angustia.
En resumen, los puntos que podrían considerarse “débiles” en la película, no hacen más que fortalecer su conjunto, invirtiendo toda su energía en el horror por sí mismo, sin aclaraciones que aquí, serian innecesarias. Por lo menos en mi caso, mis pesadillas no pierden tiempo en explicarme, con un raconto en blanco y negro, como de niño, el señor de la máscara de piel humana decidió dedicarse al seccionamiento de adolescentes, al estilo motosierra, luego de haber sido burlado y rechazado en un partido de baloncesto de la preparatoria.